Cules son los principales riesgos de consumir splenda cotidianamente
A estas alturas todos sabemos que cantidades excesivas de azúcar agregada es uno de los peores hábitos para la salud. Tiene efectos dañinos en el metabolismo y la salud general. Es por ello que muchas personas en Estados Unidos y el mundo han optado por recurrir al consumo de endulcorantes artificiales, como es el caso concreto de uno de los más populares: la sucralosa. Sin embargo, aunque las autoridades afirman que la sucralosa es segura para comer, algunos estudios la han relacionado con problemas de salud. Sobre todo cuando se consume de manera cotidiana.
¿Qué es la sucralosa?
La sucralosa es un edulcorante artificial sin calorías. si bien existen diferentes alternativas en el mercado: Splenda es el producto a base de sucralosa más común. La sucralosa se elabora a partir del azúcar en un proceso químico de varios pasos en el que tres grupos de hidrógeno y oxígeno se reemplazan con átomos de cloro. Fue descubierto en 1976 cuando un científico de una universidad británica supuestamente escuchó mal las instrucciones sobre la prueba de una sustancia. Y cuando la probó, se dio cuenta que era increíblemente dulce. Años más tarde, las empresas Tate & Lyle y Johnson & Johnson desarrollaron conjuntamente los productos de Splenda. Y en 1999 se introdujo en los Estados Unidos de manera oficial y desde ese entonces es uno de los edulcorantes más populares del país.
Splenda es un producto sumamente utilizado en el hogar, la industria alimenticia y por supuesto, en restaurantes. Se usa comúnmente como sustituto del azúcar tanto para cocinar como para hornear. Y su principal virtud es que no tiene calorías. También contiene carbohidratos como la dextrosa (glucosa) y maltodextrina, lo que aumenta el contenido de calorías hasta 3.36 calorías por gramo. Sin embargo, el total de calorías y carbohidratos que Splenda aporta en la dieta diaria es completamente insignificante, ya que solo necesita pequeñas cantidades cada vez.
Sobre sus características principales, la que más llama la atención: la sucralosa es de 400 a 700 veces más dulce que el azúcar y no tiene un regusto amargo como muchos otros edulcorantes populares. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de una sustancia química y con ello se relaciona con algunos efectos sobre la salud que vale la pena mencionar.
1. Efectos sobre el azúcar en sangre y la insulina
Se dice que la sucralosa tiene pocos o ningún efecto sobre los niveles de insulina y azúcar en sangre. Sin embargo, se ha comprobado que esto depende completamente del tipo de persona y de si se está acostumbrado a consumir edulcorantes artificiales. Según, un pequeño estudio en 17 personas con obesidad severa que no consumían regularmente estos edulcorantes informó que la sucralosa elevaba los niveles de azúcar en sangre en un 14% y los niveles de insulina en un 20%.
Se cuenta con una referencia más reciente. Un estudio publicado en Cell Metabolism en 2020 encontró que comer sucralosa y carbohidratos juntos de manera constante durante 10 días consecutivos disminuyó la sensibilidad a la insulina en adultos por lo demás sanos. En otras palabras, es posible que consumir demasiados edulcorantes a base de sucralosa pueda hacer que se eleven los niveles azúcar en la sangre, lo que puede aumentar el riesgo de prediabetes y diabetes.
2. Posibles efectos gastrointestinales
En los últimos años mucho se ha dicho sobre el efecto que tienen los endulcorantes artificiales en la salud intestinal. Lo primero que es importante entender es que las bacterias beneficiosas del intestino, son extremadamente importantes para la salud en general. Son un gran aliado para mejorar la digestión, beneficiar la función inmunológica y reducir el riesgo de muchas enfermedades. Con esto como antecedente, se cuenta con un estudio realizado en ratas en el cual se encontró que la sucralosa puede tener efectos negativos sobre estas bacterias. Después de 12 semanas, las ratas que consumieron el endulcorante, tenían entre un 47% y un 80% menos de anaerobios (bacterias que no requieren oxígeno) en el intestino. De tal modo que las bacterias beneficiosas como las bifidobacterias y las bacterias del ácido láctico, se redujeron significativamente, mientras que las bacterias más dañinas parecieron verse menos afectadas. Es más, las bacterias intestinales aún no habían regresado a los niveles normales después de que se completó el experimento.
3. Pueden incrementar los antojos por alimentos dulces
Aunque no lo creas, los endulcorantes artificiales, en general, pueden ser contraproducentes para quienes están tratando de perder peso. De acuerdo con una mini revisión, los edulcorantes artificiales afectan el cerebro de manera diferente que el azúcar verdadero dejándolo menos satisfecho. Por lo tanto se ha comprobado que pueden provocar antojos dulces adicionales. Cuando comemos azúcar, las vías de recompensa en nuestro cerebro se activan y liberan hormonas que nos hacen sentir bien, lo que explica por qué amamos tanto los dulces. Por otro lado, cuando se consumen edulcorantes artificiales, esas mismas vías se activan solo parcialmente, ya que no contienen calorías, lo que significa que no se pueden descomponer en energía para el cuerpo. Así, que esa es la explicación por la cual los endulcorantes nos pueden llevar a comer más y posiblemente aumentar de peso.
Podemos concluir que al igual que otros endulcorantes artificiales, la sucralosa es muy controvertida. Algunos afirman que es completamente inofensivo, pero nuevos estudios sugieren que puede tener algunos efectos en el metabolismo, el deseo por alimentos dulces y en general la salud. Recordemos que se trata de una sustancia química y procesada, por lo tanto consumirlo ocasionalmente puede ser una buena alternativa baja en calorías. Si bien, sus efectos sobre la salud a largo plazo aún no están claros, las autoridades sanitarias como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) lo consideran seguro.
Recuerda que todo se trata del equilibrio y la mejor recomendación siempre será evitar cualquier tipo de azúcar añadido y procesado. Se relacionan con un mayor riesgo de afecciones crónicas como la obesidad, la diabetes, afecciones cardíacas, hipertensión, daños dentales, deterioros en la salud mental, inmune y emocional. Por el contrario, el mejor camino es consumir alimentos ricos en azúcares naturales como las frutas, verduras, cereales y semillas, que además se relacionan con grandes propiedades nutricionales y medicinales.
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